lunes, 11 de noviembre de 2013

El aguante: Papelón del Gobierno, no payasada de los ciudadano...

El aguante: Papelón del Gobierno, no payasada de los ciudadano...: La no comparecencia de los representantes del Estado ecuatoriano en las audiencias convocadas por la CIDH...

Papelón del Gobierno, no payasada de los ciudadanos




La no comparecencia de los representantes del Estado ecuatoriano en las audiencias convocadas por la Comisión Interamericana de derechos Humanos es un gravísimo error de cálculo del Gobierno que, sin duda, pasará factura.

Debemos suponer que la carta enviada por las autoridades ecuatorianas para justificar su ausencia debe estar plagada de acusaciones y epítetos, como los que Rafael Correa ha lanzado en estos días: "15 organizaciones "denuncian" al Gobierno ecuatoriano ante la CIDH. ¡Ni las dictaduras tuvieron tantas "denuncias"! La realidad: una payasada más de los perdedores de las elecciones y de la burocracia internacional. No nos vamos a prestar a estas payasadas, más aún mientras CIDH continúe en Washington", escribió en su cuenta de Twitter. Previamente, Frenando Alvarado, en la misma línea había dado el siguiente mensaje: "Ya era hora que Ecuador no participe de pantomimas montadas por politiqueros oportunistas, bajo la figura de derechos humanos".

Y luego en Francia continúo con los ataques, contra la Comisión a la cual cataloga como una herramienta neocolonial y a lo que llama el onegeísmo. ¿Cuál es el mensaje que está enviando Ecuador con estos ataques? ¿De soberanía? ¿De no someterse a los designios del Imperio? La realidad, no. El mensaje es de un desprecio a los sistemas que la comunidad internacional ha construido durante décadas para defender libertades fundamentales y de un régimen que "algo debe temer" en materia de DDHH para esconder la cabeza bajo tierra, con el pretexto de que la CIDH está en Washington. 

De un Gobierno irrespetuoso al extremo que quiere imponer a todos los países de la región una agenda que ya fue derrotada en marzo de este año, y que es capaz de insultar a la Comisión con gestos que no los ha tenido ni siquiera las dictaduras de los años 70 que ahora Correa cita en sus discursos. Si se quiere "preparar" el ambiente para una posible denuncia de la Convención Americana de DDHH, la forma de hacerlo es por demás torpe, para la misma lógica del Gobierno. Con desplantes y bravuconadas, no se va a zafar del monitoreo que la CIDH hizo, hace y hará sobre la situación de Derechos Humanos en el Ecuador. En realdad, el mandato de la Comisión es tan amplio, que ni siquiera saliendo de la OEA, se puede evitar que el país siga siendo examinado. 

A estas alturas, ni siquiera parece viable la construcción de un sistema alterno o Ad Hoc de DDHH que sea amigable con estados autoritarios. Con Cristina de salida en Argentina y Maduro viendo rostros en piedras, mientras la economía se desbarata, parece ser que no hay siquiera el ambiente para avanzar en ese sentido.


El mensaje es tan negativo para el Gobierno, además, porque se pone en evidencia. Como dijo Carlos Castellanos, representante de los trabajadores autónomos y comerciantes informales del país (CUCOMITAE), la actitud del Gobierno ante la CIDH es la misma actitud antidemocrática que se tiene a nivel interno para evitar el diálogo con la sociedad civil y los movimientos sociales críticos. ¿Pudo haber salido peor parado el Gobierno de este periodo de audiencias?

viernes, 25 de octubre de 2013

La ley es la ley

Por: César Ricaurte

cricaurte@hoy.com.ec

Maravillosa, simplemente, la primera foto de todos juntos, Consejo de Regulación y Superintendente de Información: el hasta antes de ayer académico perdido en sus devaneos, la funcionaria plantando cara al carpetazo que entregan en ese acto, los inquisidores menores al Gran Inquisidor. El mismo que repite y repite la sentencia que es su propia perdición: "la Ley es la Ley".

Es el mantra de Carlos Ochoa, el personaje que salió para dar rostro a una Ley de Comunicación de naturaleza orwelliana, tal como se lo recordaron a Fernando Alvarado en la Universidad de Columbia. Y es un mantra que, como solían decir los psicoanalistas de viaja escuela, funciona como un síntoma de la verdadera enfermedad. 

Porque la Superintendencia de Información podrá constar en la Ley de Comunicación, pero no tiene sustento constitucional ni legal y menos aún legitimidad. 

A la "La Ley es la Ley" de Ochoa se debería contestar, entonces, con un "La Constitución es la Constitución". Y preguntarle, ¿cómo se puede hablar de legalidad desde una institución que se creo violando todos los procedimientos parlamentarios? ¿Cómo se puede hablar de legalidad desde una Superintendencia por la cual no votó el pueblo ecuatoriano, que no se debatió en recinto parlamentario ni la discutieron asambleístas, ni constaba en ninguna recomendación de los organismos internacionales de protección de Derechos Humanos? 

¿Con qué legitimidad se puede hablar de que "la Ley es la Ley" cuando existen recursos que la Corte Constitucional no se digna siquiera tratar? ¿Con qué legitimidad se puede aplicar una Ley que el Gobierno no tiene la valentía de someter a una opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? 

¿De qué legalidad puede hablar un Superintendente cuyo nombramiento se hizo con un proceso viciado de insconstitucionalidad, pues en los artículos de la Ley de Comunicación que se introdujeron al apuro se "olvidaron" de establecer los requisitos que debe cumplir el Superintendente para ser electo, tal como lo establece la Carta Magna?

En fin, la Ley es la Ley es un principio que se debería aplicar a sí mismo el Superintendente y, entonces, veríamos que cualquier cosa que juzgue, va a estar contaminada, justamente de inconstitucionalidad e ilegalidad. 

Tres fantasmas persiguen a los señores de la foto que retrata a la Censura del Siglo XXI: inconstitucionalidad, ilegalidad, ilegitimidad. 

Porque a estas alturas, el Consejo, también ha dado muestras de que en palabra, obra y omisión está dispuesto a socapar todas las violaciones legales que provengan del Régimen y a castigar severamente la más mínima desviación de la plana que con caligrafía disciplinada y "responsable" deben hacer los medios privados para salvarse del purgatorio. 

Solo que, al final del día, los fantasmas seguirán ahí para recordarles quiénes son. Nada más.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Película de Horror

Si tiene el carácter bien templado para las películas de horror, le invito a ver una película que le congelará la sangre y erizará sus cabellos: Su nombre Enlace Ciudadano N.338. Locación de la película, Zumba, provincia de Zamora Chinchipe.

¿Género? Gore. Con abundante violencia y descuartizamiento de las víctimas. El reparto, ahí es el quid del asunto... En el un lado, el hombre más poderoso del país. En el otro un cantautor de delgada y triste figura. En el medio, centenares de funcionarios y público dispuestos a aplaudir y poner cara de éxtasis ante el espectáculo que se escenifica en la tarima, con pantalla gigante de por medio.

Es imposible transcribir en palabras lo violenta de la escena. Faltan los gestos, las sonrisas sardónicas, los temblores y los énfasis de voz que caracterizan al protagonista. Y la escenografía. Al cantautor de flaca y triste figura se lo despedaza en pantalla gigante de última tecnología, con el uso de la última tecnología como es la marca de la casa proveedora de efectos especiales, conocida como Secom.

A riesgo de perder gran parte del color de la escena y de la profundidad de su significado, vale la pena transcribir el diálogo que acompaña al linchamiento del cantautor (y ahpra si cabe la metáfora): "Si este tipo me hubiera hecho una yuca, una seña obscena delante de mi madre o de mi esposa, le hubiera dado tal patada en salva sea la parte, que se hubiera tenido que sentar de oreja el resto del año". Todo esto tras  leer no una sino dos veces, un comunicado de rectificación donde se tildaba al artista popular de "malcriado, mentiroso, violento y agresivo" y pedir a los ciudadanos que se alejen de esa "gente dañada mala" que busca provocar para salir del anonimato" y finalizar, "veámoslos en las calles y rechacémoslos".

El rechazo, obviamente, no era metafórico. Así que ese mismo día se creo en Twitter para dar de patadas, puñetes y hasta mechetazos virtuales a Jaime Guevara, "a palos y machete", como la usuaria @MarisolAbadd. El usuario con el significativo nombre de @MartinBrutal en cambio escribió "#JaimeGuevara donde estés yo si te respondo como un hombre por malcriado."JLopezGye amenazó: "ven a Guayaquil Jaime Guevara, insignificante patán, para que veas como responde un guayaquileño a una seña así". @IsmaelChang en cambio escribió: "#JaimeGuevara ven a provocarme porque yo si te meto puñete con piedra."

Es decir al linchado, había que rematarlo en el suelo. A la muchedumbre, se unió como no podía ser de otra forma, el Señor Secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, quien, a través de su cuenta @FAlvaradoE escribió: "#UnPuñeteParaGuevara pone en debate: el obsceno, patán es héroe y el q sugiera q un malcriado merece su "estaquieto"; promueve la violencia".

¿Debate? ¿Rectificación? Qué curiosos conceptos que tienen los actores de esta película sobre estos valores, tan democráticos, en otras bocas.

Pero, hay más: Una de las cuentas que promovió el mencionado hashtag fue la de los jóvenes oficialistas Juventud Alianza PAIS @JuvAlianzaPAIS en donde, junto al mensaje, escribieron frases como: "nosotros no somos partícipes de la agresión física, pero la verdad tampoco dejaríamos que alguien nos irrespete así". Claro la agresión verbal no importa y los insultos al cantor popular, no importan. Por delante está la Majestad de l Poder tan sutilmente expresada en esta película estrenada a escala nacional, en una fecha de ingrata recordación: 07 de septiembre del 2013.

viernes, 6 de septiembre de 2013

La ética de la irreverencia



El otro día escuchaba una charla sobre ética periodística. Sobre los lugares comunes del “periodismo responsable” y cantaletas de ese tipo, se alzó la palabra lúcida Nelson Reascos. Un pensador rara avis que no busca protagonismo, no se ha vendido al poder por un plato de lentejas y mantiene la vista sin los anteojos distorsionadores que, el mismo Marx decía, es la ideología.

Reascos planteaba preguntas centrales al hablar de ética: ¿Hay una sola?  Y, ¿quién decide los valores centrales de esa ética? La conclusión era imposible de controvertir: los valores éticos los determina el poder. Esto es clave, al momento de hablar de ética periodística y más aún cuando el discurso proviene de quienes tienen la sartén por el mango. Según esta visión de las cosas, muchos de los valores éticos que se intentan vender como centrales al periodismo son en realidad sogas con las que se intenta atar una actividad que debe ser esencialmente cuestionadora, crítica, irreverente. Libre.

Discípulo de Arturo Andrés Roig, uno de los filósofos principales de nuestra América, Reascos planteaba que la periodística tenía que ver más con una ética de la protesta que con aquella orwelliana de las “verdades aceptables” y “responsables”. Debemos recordar que justamente uno de los textos más interesantes de Roig se llama “Ética del poder y moralidad de la protesta” y el planteamiento se puede resumir así: frente a lo opresivo de una ética “objetiva” hay que plantar cara con una moralidad “subjetiva” y por lo tanto múltiple y libre.

Uno se puede preguntar, ¿pero hay valores sólidos e inamovibles o todo es relativo y líquido? La respuesta es: la vida es el único valor sólido y real. Bajo esa perspectiva, todo lo que atente contra la vida no es aceptable. Y viceversa.

La ética del poder casi siempre es opresiva y mortífera. Termina, por asesinar lo que toca. Tomemos como ejemplo, lo que hace el Secretario de Comunicación de este Gobierno y su aparato de propaganda. ¿Qué sucede cuando se declaran poseedores y guardianes de una verdad absoluta que es la verdad oficial? Pues, están matando la posibilidad de que existan otras verdades y por lo tanto castrando la posibilidad de un genuino debate democrático. ¿Qué cabe frente a eso? Obviamente, la irreverencia, la protesta, el desacato. Mirar a los ojos del Rey directamente, aunque eso sea considerado una ofensa gravísima.

El periodismo actual debe ser irreverente o no existe. Y además, debe considerarlo como su imperativo ético central. Es la única forma de salvaguardar la vida, aunque al poder no les guste. Hoy en día ser irreverente puede ser simplemente informar sobre un derrame petrolero, la lucha por el agua de las comunidades indígenas, el gran fiasco del aeropuerto de Tababela, develar la corrupción oculta, denunciar la masacre -negada por el poder- de pueblos no contactados…

Irreverente es lo que hace, para poner un ejemplo, Jorge Lanata. Porque, además, es legítimo llamar hijos de puta a quienes aparte de robarse las instituciones democráticas gritan a los otros “¡golpistas!” para llevarse cómodamente el botín. 

jueves, 5 de septiembre de 2013

Con el dedo en alto




El incidente entre el cantautor Jaime Guevara y el Presidente puede quedar reducido a una disputa de si el Presidente dijo la verdad al llamarle borracho, marihuanero o si el testimonio de vida austera, abstenía y comprometida que ha dado "El Chamo" en sus 58 vueltas por la vida son aval suficiente para saber que el Presidente se equivocó y entonces debe rectificar, como ha ofrecido. Aunque no disculparse, porque "este tipo no merece disculpas", como anunció el Mandatario en el conversatorio de los martes con los medios en Guayaquil.

A Jaime Guevara como persona se la ha causado un enorme daño en su honra. Y eso no es un asunto menor. Porque los insultos se repitieron en el enlace presidencial del sábado que es transmitido por radio y TV hasta en el último caserío del país. Las palabras del Presidente fueron incluso más insultantes aquí: Ese pobre hombre no se podía parar de lo borracho que estaba. Hablaba incoherencias. Es drogadicto. Llevaba una droguería encima y para confirmarlo muestra el parte del jefe de la Guardia Presidencial.

Los hechos hasta ahí ya espeluznan, más aún si anotamos que no es la primera vez que sucede algo así y ante un insulto o una seña lanzada al paso de la caravana presidencial, varios ciudadanos han sido maltratados con anterioridad.

Por eso digo, que el problema aquí no es, sí tal ciudadano consume alcohol o incluso drogas. Eso es problema de cada persona y es parte de sus opciones personales, que a estas alturas, con dosis personal, esto es caer en un juego con una moralina impresentable.

 Lo que deberíamos preguntarnos es qué clase de sociedad estamos construyendo dónde el Presidente de la República no soporta y actúa con sus propias manos al menor gesto de protesta e irreverencia ante el poder que representa. ¿Qué representa el dedazo o la bayoneta en alto como lo llama Jaime Guevara? No es un insulto personal. Estoy seguro que Jaime Guevara no tiene nada personal y ni siquiera se deben conocer personalmente con el Señor Correa.  Pero, ya el Presidente anunció que “mientras él sea Presidente, no permitirá que nadie le muestre el dedo”… Un anunció que parece sacado de las películas de Sacha Baron Cohen.

Lo que hizo el Cantautor es expresar su rechazo y su protesta. Y en una democracia tenemos el derecho a hacerlo. Ante el gesto, el Primer Mandatario detiene la caravana presidencial con militares y policías que lo custodian y va a castigar al irreverente, lo cual, incluye la posterior difamación pública del “malcriadito”.


Pero la intolerancia ya es un mantra en el oficialismo. “Nadie puede insultar al Presidente” clamaba un asambleísta de PAIS con quien compartí un panel en una radio. Sin que me diera tiempo a explicar que un mandatario democrático tiene que aguantar porque debe someterse al escrutinio público, porque al ejercer el poder tiene la protección del Estado, porque puede responder fácilmente cualquier expresión que considere injuriosa. ¿Un ciudadano que tiene? ¿La bolsa del pan? Otra asambleísta se indigno porque se les dijo que tenían actitudes antidemocráticas y tronó: “No vamos a permitir ni aquí ni en ningún lado que nos digan antidemocráticos”

jueves, 29 de agosto de 2013

protesta Quito por el Yasuní, ¿vídeo inapropiado?

Al parecer este vídeo está siendo reportado como "inapropiado". Seguramente el ejército de "troll" está en la tarea de bajar todas las evidencias posibles del Internet.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mundo Feliz 2 o la respuesta a Pablo Vásquez

Recurrir al argumento de la seguridad es siempre la que esgrime todo gobierno o todo Estado cuyo objetivo es vigilar y castigar. La seguridad interna o externa.

Este es uno de los temas más delicados y uno de los retos más grandes de todas las sociedades democráticas, es justamente compaginar seguridad con derechos y libertades esenciales.

Lo sucedido en Estados Unidos, Inglaterra y Europa (las cuales pretendían ser las sociedades ejemplarmente democráticas) es, justamente, el ejemplo de la peligrosa deriva de Estados que pasan por encima de los derechos humanos y comienzan a espiar de forma indiscriminada a los ciudadanos.

El Gobierno de EE.UU. esgrime que el espionaje era necesario para preservar la seguridad y añaden que se realizó casa afuera y que no fue aplicada a sus propios ciudadanos. Argumento que trata de salvar la cara, diciendo "no espiamos a nuestros ciudadanos". Sin  embargo, en un mundo globalizado aquello es impresentable y más bien lanza un mensaje de "los otros, todos ustedes, son sospechosos". ¿Cuál es el pretexto? Otra vez, la seguridad. Es más, nos han dicho que con las vigilancia masiva e indiscriminada al Internet se han evitado no se cuantos atentados terroristas. Eso no borra, que al final del día también se hayan convertido en el Gran Hermano mundial, que todo lo vigila y controla.

En regímenes totalitarios, en cambio, los enemigos son internos. De hecho, ese fue el argumento de las dictaduras del Cono Sur. En Argentina, por ejemplo, "El Proceso" se dedicó a desaparecer a sus propios ciudadanos porque los consideraba "los enemigos internos" que querían disolver el país y acabar con los ciudadanos decentes (es literal). Bajo esa lógica, no era el gobierno persiguiendo, torturando y asesinando: era un gobierno protegiéndose legítimamente de quien atentaba contra la seguridad colectiva.

Las cosas han cambiado, por supuesto. Y afortunadamente en el Ecuador no estamos ante una situación como la dictadura argentina. Pero me aterra cuando el Gobierno se declara perseguido, atacado, asediado por quienes piensan distinto. O por la prensa. O por los ecologistas "infantiles" o por quienes protestan por el Yasuní. Porqué el Gobierno tiene la única verdad. Basta leer un poco de Historia para darse cuenta de hasta puede llevar el transitar por esa vía.

Así que en ese contexto ahora nos ponen cámaras de vigilancia en los taxis. Debemos partir de que el 99% de quienes utilizamos el transporte público somos gente decente y no criminales. ¿Por qué nos graban todo, imagen y voz? ¿Si fuera por seguridad, no sería lógico que solo fuera imagen? ¿Por qué quieren grabar lo que decimos? Hay que considerar que esos datos van a una dependencia del Gobierno. ¿Alguien ha explicado qué harán con esa información? ¿Quién la procesa? ¿Cómo? ¿Para qué fines? ¿Cuánto tiempo la tendrán grabada? ¿Cómo y dónde la almacenarán o la destruirán si fuera el caso? No son preguntas menores, porque detrás de todo esto están nuestros derechos, que se expresa en acciones de lo más inocente: ¿A quién no le pasó que en los ardores juveniles tomó un taxi con dirección a un motel y los besos comenzaban justamente en el taxi? ¡Ahora ni a tomarse de las manos! ¿Y no es el taxi, el escenario de las quejas contra el jefe, los compañeros, la esposa, el Gobierno? Ahora, silencio, que estamos siendo grabados y no sabemos si en la próxima sabatina se citará a la Secretaría de Inteligencia para dar la lista de insumisos.

¿Qué decir de las aulas? ¿Se puede citar la seguridad? ¿Los delincuentes van a clases? Puede haber algún caso, pero... ¿No son las aulas el sitio dónde se hablaba de política, dónde se cuestiona el status quo, dónde se expresaba el pensamiento distinto? ¿Por qué se colocan cámaras que lo filman y graban todo?

¿No se parece esto al Mundo Feliz de Aldous Huxley o mejor aún a lo descrito por George Orwell en 1984? Sería bueno revisar esta novela. Se lo recomiendo.

No se trata de oposición al Gobierno, no se debe reducir todo a ese nivel. Se trata de la defensa de derechos fundamentales.

Y sobre mi posición política frente al Gobierno, estimado Pablo. Más allá de la propaganda gubernamental que ha intentado inventarme una biografía, le invito a revisar esta publicación en mi muro de  Facebook.

Lamento haberme extendido, pero se trata de un tema complejo. Agradezco la oportunidad de debatirlo con Usted.

Saludos cordiales,


César


Comentario de Pablo Vásquez por Facebook


Mundo Feliz

Cámaras de vigilancia en las calles. Cámaras de vigilancia en los taxis que no solo transmiten y graban vídeo sino audio. Cámaras en las aulas para “retroalimentación pedagógica”. Vivimos en una sociedad en la cual la vigilancia ya es de todos. Y después de lo de Snowden, podemos estar seguros de que los estados nos vigilan a los ciudadanos. Unos más que otros. Unos con técnicas más refinadas que otros. “Mal de muchos consuelo de tontos”, pero no podemos ni debemos darnos el lujo de ser tontos.

Quizás los más grandes avances de las últimas décadas, había sido avanzar a sociedades abiertas, dónde los ciudadanos vigilaran los actos del poder y las actuaciones de quienes ejercen la función pública bajo principios como la transparencia, la rendición de cuentas, el acceso a la información que han pasado a ser lo opuesto: la transparencia es un acto de cinismo y “valetodo”. La rendición de cuentas, monólogos proselitistas dónde se dan las consignas para que las repitan los incondicionales de turno y los operadores políticos atrincherados en los medios oficiales. Y el acceso a la información pública, un privilegio con el cual se premia la adicción e incondicionalidad.

Ahora el Estado vigila impune, sistemática y  al individuo. El gobierno ecuatoriano avanza sólida y rápidamente en esa dirección. Últimas acciones lo confirman: La conformación de un “Laboratorio de Medios” es una herramienta para vigilar y controlar a los actores de la comunicación. Que los informes sean o no sean vinculantes es lo de menos. Lo de fondo es que tenemos una alianza de instituciones del Estado monitorean y vigilan como los ciudadanos se expresan, para medir si “violan” lo que ellos consideran será justo, bueno y de "relevancia pública".

El decreto 16 es otra joya del control y la vigilancia e implica que toda forma de organización sea un club social, una liga deportiva o una asociación de jardinería debe registrarse ante una oficina de la Presidencia de la República, de lo contrario operará de forma irregular o decididamente ilegal.

Y todo esto sucede, a imagen y semejanza del Gran Hermano de Orwell, mientras las cámaras nos vigilan en cada lugar. Cuando existe software capaz de procesar millones de llamadas y buscar palabras claves, como lo reveló el Ministro del Interior cuando dio a conocer los “sospechosos” del Caso Valdiviezo. Cuando se ha denunciado en medios internacionales (lo cual no ha sido desmentido con claridad y firmeza) que Ecuador es uno de los pocos países del mundo que adquirió un software de reconocimiento de rostros, que le hace posible a los vigilantes de la vida de los otros reconocer a los “enemigos”, en medio de las multitudes. Y con un aparato de propaganda que machaca consignas en los cerebros de quienes a estas alturas están dispuestos a creer todo lo que les diga el idolatrado Líder.

No se a ustedes, pero a mi ya me está hartando este “mundo feliz”.