Cámaras
de vigilancia en las calles. Cámaras de vigilancia en los taxis que no solo
transmiten y graban vídeo sino audio. Cámaras en las aulas para “retroalimentación
pedagógica”. Vivimos en una sociedad en la cual la vigilancia ya es de todos. Y
después de lo de Snowden, podemos estar seguros de que los estados nos vigilan
a los ciudadanos. Unos más que otros. Unos con técnicas más refinadas que
otros. “Mal de muchos consuelo de tontos”, pero no podemos ni debemos darnos el
lujo de ser tontos.
Quizás
los más grandes avances de las últimas décadas, había sido avanzar a sociedades
abiertas, dónde los ciudadanos vigilaran los actos del poder y las actuaciones
de quienes ejercen la función pública bajo principios como la transparencia, la
rendición de cuentas, el acceso a la información que han pasado a ser lo
opuesto: la transparencia es un acto de cinismo y “valetodo”. La rendición de
cuentas, monólogos proselitistas dónde se dan las consignas para que las
repitan los incondicionales de turno y los operadores políticos atrincherados
en los medios oficiales. Y el acceso a la información pública, un privilegio
con el cual se premia la adicción e incondicionalidad.
Ahora
el Estado vigila impune, sistemática y al individuo. El gobierno ecuatoriano avanza
sólida y rápidamente en esa dirección. Últimas acciones lo confirman: La
conformación de un “Laboratorio de Medios” es una herramienta para vigilar y
controlar a los actores de la comunicación. Que los informes sean o no sean
vinculantes es lo de menos. Lo de fondo es que tenemos una alianza de
instituciones del Estado monitorean y vigilan como los ciudadanos se expresan,
para medir si “violan” lo que ellos consideran será justo, bueno y de "relevancia pública".
El
decreto 16 es otra joya del control y la vigilancia e implica que toda forma de
organización sea un club social, una liga deportiva o una asociación de
jardinería debe registrarse ante una oficina de la Presidencia de la República,
de lo contrario operará de forma irregular o decididamente ilegal.
Y
todo esto sucede, a imagen y semejanza del Gran Hermano de Orwell, mientras las
cámaras nos vigilan en cada lugar. Cuando existe software capaz de procesar
millones de llamadas y buscar palabras claves, como lo reveló el Ministro del
Interior cuando dio a conocer los “sospechosos” del Caso Valdiviezo. Cuando se
ha denunciado en medios internacionales (lo cual no ha sido desmentido con
claridad y firmeza) que Ecuador es uno de los pocos países del mundo que
adquirió un software de reconocimiento de rostros, que le hace posible a los
vigilantes de la vida de los otros reconocer a los “enemigos”, en medio de las
multitudes. Y con un aparato de propaganda que machaca consignas en los cerebros
de quienes a estas alturas están dispuestos a creer todo lo que les diga el
idolatrado Líder.
No
se a ustedes, pero a mi ya me está hartando este “mundo feliz”.
¿y entonces qué propone Usted? ¿qué modelo de país le parece realmente "nítido" en cuanto a la vigilancia ciudadana?
ResponderEliminarLo más gracioso es que ahora se opone a la vigilancia, mientras que en épocas electorales pasadas "la inseguridad" o "la falta de control" era ineficiente.
le pregunto otra vez ¿qué país se ha deslindado de la vigilancia ciudadana? ¿qué país usted considera que no vigila a sus ciudadanos?
me parece fuera de lugar que usted adjudique un problema de índole internacional (o global como quiera llamarlo) a un asunto nacional... es como si quisiera decir que por culpa de Correa hay avances tecnológicos o tele-educación... si está bien o mal, bueno podemos reflexionar, pero de allí a que este sea "Un mundo feliz" por culpa de Correa me parece carente de argumento y una desesperada y desinformada forma de plantear oposición.. por eso nadie ya les hace caso..
esperamos su ensayo sobre el yasuní, abrigo esperanzas que lo pueda hacer mejor.. tal ve deba invitar a Alberto Acosta, quien firmó la explotación del Yasuní en 2007..